martes 5 de mayo de 2009

El Ejército Fantasma



La Batalla de Naseby, en Northamptonshire (Inglaterra) tuvo lugar el 14 de junio de 1645. Fue uno de los episodios más importantes de la Guerra Civil, llamada también primera revolución inglesa y acabó con la derrota de las fuerzas monárquicas por los ejércitos parlamentarios. Sin embargo, al parecer ha tenido lugar, no una, sino varias veces; se ha vuelto a representar cada año durante un siglo. Los habitantes de los pueblos de la zona se reunían en una colina cercana para presenciar una nueva reproducción de la batalla. Los espectadores oían el tronar de los cañones y veían luchar y morir a los hombres; veían ondear las banderas al viento y contemplaban las cargas de la caballería; oían incluso los gritos y lamentos de los heridos. Sin embargo, todo esto se desarrollaba en el cielo, por encima del campo de batalla.

Estamos acostumbrados a pensar en los fantasmas como entes individuales, que se aparecen, como máximo, ante una o dos personas a la vez. Sin embargo existen narraciones de apariciones de fantasmas a gran escala.

Según una leyenda local, otro importante episodio de la Guerra Civil (La batalla de Marston Moor, cerca de York) se vuelve a celebrar ocasionalmente. Se dice que la condición climática más apropiada para que ello ocurra es la niebla, a pesar de que la batalla original de 1965 se desarrolló en pleno verano.

Otra batalla de la primera revolución inglesa librada de nuevo por fantasmas fue la batalla de Edgehill (1642). Pocos días después de finalizada la contienda, se registraron apariciones de soldados, jinetes y decorado fantasmales: todo ello apareció en el cielo, por encima del campo de batalla. El Rey Carlos mandó allí a un grupo de oficiales del ejército: ellos fueron testigos de los hechos y prestaron juramento acerca de lo que vieron.

Cuando la investigadora Joan Forman viajaba por Escocia hace algunos años, experimentó personalmente el terror y los sufrimientos de una antigua batalla. Había decidido quedarse en Selkirk por dos motivos: era un buen lugar parta hacer turismo y además ella estaba interesada en la vida de James Graham, primer Marqués de Montrose. Este oficial de caballería había sido el principal apoyo de Escocia de Carlos l. había luchado contra las fuerzas del National Covenant (Asociación Escocesa Presbiteriana) que apoyaba al parlamento inglés. Poseía espectaculares cualidades como soldado, y en 1645 había guiado a sus hombres en importantes marchas a través de las montañas, consiguiendo extraordinarias victorias sobre los enemigos del rey. Sin embargo, a finales de aquel año, Montrose vio como la suerte le abandonaba. En un intento de alejar su pequeño ejército del ejército enemigo, encabezado por el general David Leslie y muy superior en número, Montrose se dirigió a Philiphaugh, pequeña llanura cercana a Selkirk, y acampó allí.

Sin embargo, el ejército de Leslie, que se hallaba muy cerca de ellos y contaba con 6000 hombres, atacó al de Montrose, constituido por 700 hombres. Los monárquicos fueron llevados de un extremo a otro del valle, antes de ser rodeados y exterminados.
Según la tradición local, los monárquicos fueron rodeados en el lado del valle situado debajo de Minchmoor. En el lado opuesto del valle, un castillo (conocido por el nombre de Newark) se yergue sobre un precipicio que domina el campo de batalla. También se cuenta que , a pesar que el general Leslie ofreció salvar la vida de los monárquicos que se rindiesen, muchos de ellos fueron asesinados después de la batalla.

Joan Forman ya tenía noticia de la batalla, pero no conocía sus detalles exactos, por lo que agradeció la compañía de un historiador de Selkirk:
“Encontramos las ruinas de la vieja fortaleza de Newark, erguida en su salvaje y hermoso valle, y entramos en los restos del viejo patio. Mi guía empezó a describirme la batalla: la manera en la que Leslie había rodeado con un movimiento envolvente al pequeño ejército de Montrose y, pese a las heroicas cargas el jefe de los monárquicos y su caballería, les había hecho retroceder lentamente hasta inmovilizarles debajo de la colina de Minchmoor.

En este momento de la narración vi hacia el otro extremo del patio de Newark, y sin previo aviso noté que me asaltaba un sentimiento de profundo dolor y desesperación. Sentía una sensación de tumulto, de muchas personas que luchaban por escapar y que eran empujadas hacia atrás. Me quedé allí unos cuantos minutos, pero la sensación de furiosa y desesperada lucha era insoportable, por lo que me fui de allí.

Mientras nos marchábamos dije que creía que los hombres de Montrose habían sido aplastados en aquel extremo del valle y no en el opuesto. Mi guía opinaba lo contrario.

Sin embargo, cuando nos estábamos alejando de ese triste lugar situado encima del precipicio, volví a sentirme invadida por la ola de terror y angustia que ahora llegaba desde el mismo patio. Esa vez la sensación de miedo y desesperación era asfixiante: durante algunos segundos fui incapaz de moverme. El aire parecía lleno de gritos de angustia, pero sabía bien que no estaba oyendo nada con mis oídos físicos.

Es aquí –dije-, les mataron aquí, en este mismo patio. Aquí donde estoy, y allá, cerca de la pared. Debieron matar a un gran número de personas en este mismo patio.
El hombre de Selkirk permaneció en silencio, visiblemente asombrado. Por fin dijo: “creo que algunas personas fueron asesinadas después. Leslie no mantuvo su promesa; algunos de los que no combatieron (mujeres y niños) fueron ejecutados y luego algunos hombres, sin embargo, no creo que sucediera aquí.”

No añadí nada más, sin embargo, la tristeza del lugar era inmensa y me alegré de alejarme de allí.”

El historiador telefoneó a Joan Forman al día siguiente y le comunicó que el extraño incidente le había impresionado tanto que había vuelto a estudiar la tradición local. “Al parecer, usted está en lo cierto –reconoció- y la tradición es falsa. Existe un testimonio contemporáneo que indica que el lado del valle próximo al castillo fue el escenario de la carnicería final; esto sería justo bajo el lugar donde estuvimos nosotros. Además, parece que hay un motivo para pensar que tuvo lugar una matanza en el patio del castillo después de la batalla.

Entrechocar de metales

Otro ejemplo de participación en una batalla pasada ocurrió en Windsor a comienzos de los años 70. Al parecer, en casa de los señores Wakefield Smith se aparecía el fantasma de un hombre cubierto con una capa negra; los propietarios encontraban desagradable la atmósfera del lugar. Sin embargo, el jardín resulto ser un sitio interesante. En cierta ocasión, cuando los propietarios paseaban por el extremo del mismo, tuvieron de repente la sensación de encontrarse en una zona donde hacía mucho calor y se oían muchos ruidos. Tanto el hombre como la mujer creyeron hallarse en medio de una batalla, puesto que a su alrededor escuchaban un entrechocar de metales, como el de espadas golpeando armaduras. El efecto era de una frenética actividad por todas partes. Y, sin embargo, el fenómeno terminó tan de repente como había comenzado y el jardín recuperó su tranquilidad habitual.

A pesar de que la descripción de los fantasmas realizada por los Wakefield Smith sugiere el periodo de la guerra civil, la única batalla a la que hace referencia la tradición local es muy anterior, y corresponde a un enfrentamiento entre romanos y bretones.

Resulta interesante la sensación de calor agobiante asociado a la aparición. Las apariciones de fantasmas se relacionan a disminuciones de temperatura, y esto fue precisamente lo que ocurrió en las apariciones del fantasma dentro de la casa.

Cabe entonces preguntarse si la experiencia de la batalla fue una aparición fantasmal, o bien se trató de un fenómeno muy diferente.

No todas las manifestaciones en gran escala se refieren a batallas. La señorita Edith Olivier, escritora de Wiltshire, se vio involucrada en un suceso similar durante la primera guerra mundial. Se dirigía en automóvil hacia el gran círculo de menhires de Avebury al anochecer. Cuando empezó a divisar el círculo vio algo que le pareció una feria, instalada alrededor y entre los megalitos; podía oír la música y ver las luces de los barracones. Pero al aproximarse se dio cuenta de que el círculo estaba vacío y que no se oía otro ruido que el del viento deslizándose sobre los grandes menhires. Posteriores investigaciones de la propia señorita Olivier revelaron que en el pasado se habían instalado ferias en aquel lugar, aunque elo no ocurría desde hacía por lo menos 50 años.

A menudo, las comunidades que han vivido basándose en un horario inflexible reaparecen regularmente durante varios años después de su desaparición en la tierra. Así, puede verse, grupos de monjes y de monjas (acostumbrados a pasar en procesión y a orar en horas concretas en el día y en la noche) y oírles repetir la misma ceremonia siglos después de su desaparición.

En Gran Bretaña circulan muchas historias de este tipo. En Hinxworth Place, cerca de Baldock (Hertfordshire), se han visto procesiones de monjes atravesar una puerta que había sido tapiada desde hacía mucho tiempo.

En algunas ocasiones e puede ver una congregación religiosa entera, como sucedió en Dallington (Northamptonshire) en 1907. Dos estudiantes visitaron una iglesia en una excursión. Una de las dos chicas, que vivía por allí cerca, entró a la iglesia y volvió a salir apresuradamente. Su compañera, que no vivía por aquella zona, quedó sorprendida y entró a la iglesia. El lugar parecía lleno de personas arrodilladas, a pesar de que daban la sensación de estar hechas de una sustancia parecida a las pompas de jabón, como posteriormente afirmó la chica. Al parecer no existe ningún otro testimonio de apariciones similares en aquel lugar y no hay ninguna indicación del periodo al que pertenecían aquellas personas.

Otro testimonio de una aparición en grupo llegó de Wiltshire, donde fue visto un destacamento de soldados romanos mientras marchaban a lo largo de la antigua carretera, más allá de Oldbury Camp. Un pastor dio la siguiente descripción: “Hombres con barba, que llevaban faldas y grandes cascos, con un plumero arriba. Un pájaro con garras, encaramado en un asta, iba desfilando delante de ellos.” Se trata de una simpática –si bien algo rústica- descripción de una columna romana que llevaba el águila como estandarte.

Al parecer los soldados (tanto en pequeños grupos como en ejércitos, en tiempos de paz o de guerra) actúan casi siempre como protagonistas en los fenómenos de apariciones de fantasmas en masa. Uno de los casos más interesantes es el del mayor A. D. McDonagh, oficial británico destinado al ejército de las Indias.

En cierta ocasión el mayor cabalgaba por unas colinas próximas al rio Indo. Llegó a una cumbre desde donde podía dominar un amplio valle, muy boscoso en forma de herradura. Se encontró de repente en medio de un grupo de soldados, al parecer antiguos griegos, ocupados en las actividades habituales en un campamento militar. Vio tres altares y más allá divisó a un grupo de hombres (en el otro extremo del valle) reunidos alrededor de un objeto. McDonagh no pudo ver que les llamaba la atención hasta que se acercó: se trataba de una gran piedra labrada con una inscripción que parecía recién labrada. Estaba escrita en griego, del que el mayor no tenía ningún conocimiento en su vida normal. Sin embargo pudo leer y escribir lo que estaba escrito: la inscripción parecía hacer referencia a la muerte de uno de los generales de Alejandro Magno. Al igual que los demás hombres que le rodeaban, también él experimento una gran sensación de pena.

De repente, el fenómeno terminó. El mayor McDonagh se encontró de nuevo sobre la colina, mirando hacia el valle, totalmente consciente de lo que acababa de experimentar.

Posteriormente regresó al mismo lugar acompañado por unos trabajadores indios, para explorarlo a conciencia. Descubrieron que la vegetación estaba muy crecida en aquel lugar y los hombres debieron abrirse camino para llegar al extremo del valle donde habían visto la piedra con la inscripción. Cuando finalmente la encontraron, y después de apartar la vegetación, descubrieron una superficie pétrea parcialmente labrada y con restos de una inscripción griega. La inscripción estaba muy erosionada, no obstante, McDonagh no tenía ninguna duda de que se trataba del monumento que había visto. El valle resultó ser uno de los lugares elegidos por Alejandro para instalar sus campamentos, antes de cruzar el Indo en el año 326 a. C.
Este relato constituye un ejemplo particularmente interesante de una aparición fantasmal en masa. Entre el episodio original y su repetición moderna transcurrió un lapso de tiempo superior a 2000 años lo que es excepcional en estos casos.

Además, el sujeto de la experiencia participó en los sucesos de que fue testigo, se desplazó para ver las cosas que deseaba ver y fue capaz de comprender un lenguaje que desconocía totalmente en su vida normal.

En este tipo de casos la idea de la reencarnación surge automáticamente. ¿Acaso el mayor McDonagh había sido un soldado del ejército de Alejandro Magno en una vida anterior? ¿O simplemente percibió de forma paranormal las sensaciones de los soldados que se habían acercado a la piedra que llevaba la inscripción sobre el general fallecido?

Este tipo de sucesos son demasiado poco frecuentes para que pueda extraerse alguna prueba. Sin embargo, las apariciones de fantasma en masa no lo son tanto. Por lo manos hay dos explicaciones posibles: puede que se trate de la reproducción de los hechos y sonidos del suceso original, posiblemente debido a que la información almacenada por el entorno físico es retransmitida en condiciones favorables, creando la impresión, en la mente de ciertos testigos especialmente sensibles, de que en realidad están observando los sucesos originales.

La otra alternativa es que se trate de verdaderos saltos en el tiempo en los que coexisten transitoriamente el pasado y el presente, o el presente y el futuro. Sin embargo, también es posible que este proceso sea desencadenado por la mente de los testigos, por interacción con la información almacenada en el entorno físico.

Fuente: Enciclopedia Lo Inexplicado